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martes, 29 de diciembre de 2015

Real Madrid, Barça y franquismo


na mentira repetida muchas veces termina convirtiéndise en una verdad. Muy cierto. Eso es lo que ha pasado con la historiografía que rodea a la trayectoria del Real Madrid y el FC Barcelona durante la oscura etapa del franquismo. Revisionado, manipulada y contada a medias, la historia de dos de los equipos españoles más importantes termina siendo un bulo y un arma arrojadiza para los sectores más fanáticos e ignorantes. El todo converge en una misma y eterna pregunta, que bien manipulada y cortada, sirve para menospreciar los logros y la gloria de uno de los más grandes clubes de la historia del fútbol. ¿Era el Real Madrid el equipo del régimen?


"Hay una tendencia a ver con nitidez cosas que no son nítidas. Los matices son importantes. Tendemos a querer plasmar una idea sin matizarla ni explicarla: hasta el más culé entiende que esa identificación del Madrid con Franco no está tan clara".
SID LOWE


Viajemos atrás en el tiempo y recordemos bien las fechas, que parece ser que se olvidan. La Guerra Civil que dividió a España en dos bandos irreconciliables terminó en 1939, con la consecuente ascensión de Franco al poder, autonombrado Caudillo, instaurándose una dictadura en España de corte fascista (en un intento de emular a Italia y Alemania en sus primeros años) que se rompe tras la muerte del dictador en 1975. En definitiva, unos 40 años de dictadura hasta la tan traída y llevada Transición y la redacción definitiva de la Constitución en 1978.

Demasiadas cosas en 40 años. En lo que se refiere al deporte, la España franquista se miró en el espejo de la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler, sus dos principales referentes. El objetivo era el mismo: el éxito deportivo que reflejara el éxito del fascismo imperante en todas las disciplinas. Algo inherente a todo régimen totalitario y que, por ejemplo, también estaba llevándose a cabo en la Rusia comunista.
El deporte pasa a manos de la DND (Delegación Nacional de Deportes de la Falange Tradicional Española y de la J.ON.S) el 22 de febrero de 1941. Evidentemente, la DND pertenecía a la Secretaría General del Movimiento y su objetivo era la utilización del deporte "para una exhibición de la virilidad y la furia españolas". El poder de la DND (institución falangista) se extendía a todos los ámbitos: desde el Comité Olimpico Español a la jefatura del departamento de Federaciones Nacionales pasando, claro está, por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).

El primer dirigente de la DND fue el general Moscardó, encargado de la introducción de todo un ritual simbólico en el mundo del deporte (como el saludo fascista al inicio de los encuentros) y recordado por cambiar el tradicional rojo de la camiseta de la selección por el azul.

Si, es cierto. Negarlo sería una estupidez. Durante el franquismo el fútbol estuvo politizado, como ocurría en todos los regímenes dictatoriales. Los éxitos deportivos eran una importante llave diplomática y un importante escaparate para el exterior. Propaganda fascista pura y dura. 

La injerencia falangista en el fútbol en la primera etapa del franquismo fue clave sobre todo para la "radicalización" de dos equipos convertidos por su público en la máxima expresión del nacionalismo vasco y catalán. Hay que señalar que su oposición a la dictadura y su exaltación nacionalista encontraba su capacidad de expresión en el campo de fútbol y poco más, ya que ninguno de los dos equipos devolvió ninguna Liga ni ninguna Copa del Generalísimo. 

Hablamos, claro está, del Athletic y del Barça
La injerencia falangista (siempre en el ámbito del deporte) pronto llegaría a ambos clubes. Una de las primeras medidas que se tomaron desde el DND fue la conversión al castellano del vocabulario inglés en lo tocante al fútbol. De esta manera el Athletic pasó a denominarse Atlético y el F.C. Barcelona pasó a llamarse Club de Fútbol. Todo eso junto a algún que otro cambio en el escudo que no sirvió sino para empeorar más (si es que se podía) las cosas.

Ya situados en el contexto, regresamos a la pregunta de origen. ¿Era el Real Madrid el equipo del régimen? Imposible de demostrar, aunque algunos cronistas e historiadores de la época señalan que a Franco le gustaba sentarse a ver los partidos del Madrid, sobre todo a partir de la llegada de la televisión y la explosión definitiva de la futbolitis.

Una de las teorías que se esgrimen es la cantidad de trofeos que se amontonaron en las vitrinas blancas durante el franquismo. Todos ellos regalados, por supuesto. Los datos hacen tambalear la tésis, ya que, por ejemplo, el Barça es el equipo con más Copas del Generalísimo en su poder.

Durante los primeros 12 años de competición, con Franco ya en el poder, el Barça ganó 5 títulos, por 3 que ganó el Valencia y 2 el Atlético de Madrid (Sevilla y Athletic levantaron uno cada uno). El Real Madrid no se hizo con la liga hasta la temporada 1953/1954. En la década de los 50, culés y merengues se fueron repartiendo títulos, siendo en los 60 cuando el Real Madrid alcanzó su máximo apogeo, ganando 5 Ligas consecutivas de 8 títulos levantados en total en esa etapa.

El Barça ganó 9 Copas del Generalísimo (todas reconocidas por la RFEF), una de ellas al Real Madrid (1967/68), convirtiéndose en el equipo con mayor número de trofeos en esta competición (que es la actual Copa del Rey). El Real Madrid solo alzó el título, que entregaba Franco en persona, en 5 ocasiones.

Otra de las teorías que se ponen sobre la mesa esa la ayuda del régimen al club blanco. Otra afirmación totalmente falsa si nos atenemos a los hechos históricos. En la palestra, por supuesto, el fichaje de Alfredo Di Stéfano es el que alegra el cotarro del tema.

En 1953, Di Stéfano militaba en el Millonarios de Colombia, club con el que el Real Madrid llegó a un acuerdo de traspaso. Concretamente por 89.000 pesos. El Barça, por su parte, decidió negociar con River Plate, conjunto en el que Don Alfredo había jugado de 1947 a 1949, comunicando un mes después de hacerse pública la oferta del Real Madrid (agosto de 1953) que la AFA y el River Plate aceptaban el traspaso de Di Stéfano. La FIFA no estuvo de acuerdo, alegando que los derechos federativos eran del Millonarios, el club en el que militaba Di Stéfano y con el que había negociado el Real Madrid. Entró entonces la RFEF que tomó una extraña decisión. Di Stéfano jugaría en España cuatro años, dos en cada equipo. Para el F.C. Barcelona el caso Di Stéfano fue "una maniobra federativa con aval franquista". Falso o, matizando, no del todo cierto. Aquí es donde llega la parte que no se cuenta de la historia y también la falta de visión del Barça, como también le ocurriría en Europa (que veremos en la segunda parte).

Di Stéfano comenzó su aventura en Colombia debido a una huelga en Argentina. Uno de los motivos del éxodo masivo fue el dinero, claro. Pagaban más. Para evitar males mayores se llegó a un acuerdo, el denominado Pacto de Lima, mediante el cual la FIFA acordó que los jugadores llegados a Colombia pertenecieran al club de acogida hasta diciembre de 1954 y que a partir de esa fecha sus derechos pasarían al club de origen. Millonarios y River Plate en el caso de Di Stéfano. 
Evidentemente el fichaje de la Saeta Rubia fue polémico de principio a fin. La salomónica y extravagante decisión de la RFEF no fue bien acogida en el club catalán pero sucede que en octubre de 1953, Josep Vidal-Ribas, miembro de la comisión gestora del Barcelona, renuncia a todos los derechos de Di Stéfano. Los pobres inicios del jugador en el fútbol español llevaron a los culés a tomar esta decisión, vendiéndose como todo un triunfo en la prensa afín al club al desprenderse de un jugador que no iba a encajar en la Liga. Se equivocaron, claramente.

En el caso de Kubala, el Barça contó con todo el apoyo institucional. Es decir, de Franco. El fichaje, uno de los más políticos, se pudo llevar a cabo gracias a la maquinaria política y a un sinfín de presiones hasta el definitivo debut de Ladislao, curiosamente en la Copa del Generalísimo a finales de abril de 1951. Copa que ganaría el F.C. Barcelona.

Kubala huyó de su país y se unió a un equipo de exiliados políticos, el Hungaria, que llegó a España para jugar una serie de amistosos con el Real Madrid. El fichaje de Kubala por el Barça fue todo un ejemplo de propaganda anticomunista bien vendido y apoyado por la maquinaria del régimen que terminó en la obtención de la nacionalidad española del jugador con estatus de "refugiado político". Eso si, Kubala tuvo que esperar dos años desde su debut para vestir la camiseta de la selección española.

En torno a Kubala, el Barça montó un fenomenal equipo con el que ganó 4 Ligas y 5 Copas. Su irrefrenable éxito llevó a una ampliación del estadio, que, ciertamente, se quedaba pequeño.

La construcción se inició en marzo de 1954 y terminó en 1957. Presupuestado en 67 millones, la obra terminó por dispararse en el precio. La deuda, que ascendía a 230 millones, se quiso paliar con la venta de los terrenos de Les Corts, operación que no autorizó el ayuntamiento y que llevó al Barça a una preocupante crisis económica.

Las presiones políticas llevaron a que en agosto de 1962 el ayuntamiento accediera a aprobar la recalificación, no sin ciertas reticencias que terminaron por aclararse en el Pazo de Meirás el 13 de agosto de 1965, gracias a los contactos en el gobierno de Fernández Miranda, director general de Promoción Social y, a la postre, nombrado socio de honor del club.

La recalificación (por la que se obtuvieron 228 millones) se publicó en el BOE  de 23 de septiembre de 1965. Las firmas: Martínez Sánchez-Arjona, ministro de la vivienda y Francisco Franco, Caudillo de España. Por la gracia de Dios.

No iba a ser la única ayuda que recibiría el Barça. Debido a la expansión de su masa social, en 1971 el Consejo Nacional de Deportes concedía al Barça 43 millones de pesetas a fondo perdido. El objetivo: la construcción del Palau Blaugrana y el Palacio de Hielo. Antes de la inauguración de las instalaciones, el F.C. Barcelona tenía a bien entregar a Fernández Miranda y a Francisco Franco una medalla de oro. La inauguración estuvo presidida por el falangista Manuel Valdés Larrañaga, vicesecretario del Movimiento.

Tres años más tarde, el 27 de febrero de 1974, Franco concedía una audiencia a los representantes del club azulgrana que volvían a condecorar al dictador con ocasión de los 75 años del club y conceder también una medalla conmemorativa a Utrera Molina, secretario general del Movimiento. Dicho evento tuvo lugar diez días después de la victoria del Barça contra el Real Madrid. En el Santiago Bernabéu. Por 0-5.

The Special End


A principios de mayo del 2015, el Chelsea vencía 1-0 al Crystal Palace y se hacía con el título de la Premier League en la segunda temporada de la segunda etapa de José Mourinho al frente de los blues. El mejor entrenador de la historia del Chelsea se enfrentaba entonces a su tercera temporada -esa que siempre se señala como la decadencia de los equipos que dirige el portugués- y nadie (puede ponerse en mayúsculas) se esperaba semejante desastre. Los números del defensor del título no engañan: 16 partidos jugados, 4 victorias, 3 empates y 9 derrotas. Una de las peores rachas negativas de la trayectoria de Mourinho, uno de los más graves momentos del Chelsea desde la temporada 1993/94 (terminó 14º) y el candidato a ganar y renovar el título más nefasto que se recuerda desde aquel Leeds United de la 1992/93 (que finalizó 17º).
Las razones, más allá de los números, son muy variadas. El Leicester terminó de dar la puntilla a Mourinho y evidenció una pérdida de jerarquía total en el banquillo del Chelsea. El entrenador lo dejaba claro en la rueda de prensa posterior al partido señalando que sentía que sus jugadores le habían traicionado. Durante lo que llevamos de temporada surgieron demasiados rumores -unos creíbles y otros no tanto- que lo único que hacían no era sino asentar que Mourinho había perdido el control del vestuario. Y que el vestuario parecía haber perdido la fe en Mourinho.

El equipo ya había dado síntomas preocupantes en la pretemporada, durante la pequeña gira que llevó al conjunto de Londres por los Estados Unidos. Sobre el terreno de juego uno se percataba que el equipo adolecía de una falta de alma a la que no se le dio mayor relevancia debido a que era demasiado pronto para hacer saltar las alarmas. Si que se ponía sobre la mesa un detalle que preocupaba: el de haber empezado la pretemporada mucho más tarde que cualquier otro equipo de la Premier, lo que suponía un menor margen de preparación de cara a una liga ultra competitiva. El primer título en juego, la Community Shield que enfrentó a los blues contra el Arsenal el 2 de agosto, puso de relieve algunos de los síntomas de la pretemporada. Jugadores en un bajo estado de forma y un equipo carente del ritmo que le había llevado a levantar la Premier siendo uno de los mejores ataques durante la primera fase y una de las mejores defensas durante la segunda. Pero seguía siendo agosto y el Chelsea aún tenía tiempo para atacar los síntomas y cortar una posible enfermedad. El deadline no trajo buenas nuevas salvo algún que otro fichaje fallido y un pequeño lavado de cara a la plantilla que debería esperar, probablemente, al mercado de invierno. El Everton aguantó todo lo que pudo (y más) para retener a John Stones y en el Chelsea aparecieron Djilobodji y un Michael Hector que fue cedido al Reading.
José Mourinho y Eva Carneiro durante la discusión que terminó con la doctora apartada del equipo
El primer fuego llega el 8 de agosto durante el primer partido de la temporada frente al Swansea. Lo que se presuponía una cómoda victoria para arrancar con buen pie termina en un drama de consecuencias que se mantendrán en el futuro. Courtois es expulsado, los cisnes empatan a dos el partido y en el descuento, Eden Hazard cae al suelo. El árbitro autoriza la entrada en el campo a Eva Carneiro y Jon Fearn pero José Mourinho entra en cólera. Hazard tiene que ser retirado del terreno de juego y el Chelsea se queda con nueve jugadores. Discusión subida de tono con insultos incluídos entre el portugués y la mediática doctora que terminaría como el rosario de la Aurora: Eva Carneiro es apartada del primer equipo y posteriormente es expulsada. Muchos de los jugadores no verían con buenos ojos el trato a la médico.

El bajón del Chelsea era más que evidente. Jugadores capitales como Gary Cahill, John Terry, Cesc Fábregas, Nemanja Matic o, incluso, Eden Hazard -que había terminado la temporada anterior como mejor jugador de la Premier- no estaban, ni mucho menos a la altura de las circunstancias. A ello se sumaba la pérdida de Ivanovic y Courtois y las continuas trifulcas en las que siempre anda metido Diego Costa, además de encontrarse totalmente negado de cara al gol. La reacción de José Mourinho no llegaba. Más apático de lo habitual ya algunos especialistas señalaban que comenzaba a perder el control. Incapaz en el vestuario, también lo era sobre el verde. El Chelsea había perdido su electricidad en el contraataque y parecía haber olvidado el concepto de verticalidad. Mucho más preocupante todavía era la impresión de ver a un equipo de Mourinho que no parecía recordar cómo se defiende. La goleada sufrida en el Etihad a manos el Manchester City de Pellegrini (3-0) exponía las miserias de un equipo claramente en descomposición.
Michael Emenalo, director técnico del Chelsea: Obviamente había desacuerdos entre el entrenador y los jugadores y sentimos que era el momento de actuar. El presidente tuvo que elegir hacer lo mejor para los intereses del club. Estamos un punto sobre el descenso y eso no es bueno. Los hinchas entenderán que el equipo está en problemas y era necesario hacer algo.
Nada mejoró posteriormente, incluso si salvamos algunos partidos de Champions League en los que los blues parecieron mostrar algo más de arrojo (significativo fue el de la última jornada europea frente al Porto). El Chelsea era incapaz de mantener una regularidad en la Premier y tras la debacle en el Etihad el bálsamo que suponía ganar al West Brom (3-2) se quedó en nada. Los de Mourinho encadenaron dos derrotas consecutivas (Crystal Palace y Everton) y parecía que volvían a despertar venciendo 2-0 al Arsenal en el Bridge. Nada más lejos de la realidad.

Con un equipo mermado, sobre todo en la línea defensiva, sustentado como buenamente podía por Begovic bajo palos a la espera de la vuelta de Courtois, el Chelsea era un caos que estaba a años luz no ya del equipo ganador del título del año anterior, sino de un equipo dirigido por Mourinho. A duras penas se veían las maravillas de Hazard, los pases de Fábregas o el manejo del tempo de Matic. Los laterales dejaban verdaderas autopistas a sus contrincantes y nadie era capaz de defender con un mínimo de dignidad un córner. Tan solo Willian parecía querer remar hacia arriba en la tabla. Tres derrotas consecutivas (West Ham, Liverpool y Stoke) unidas a los cada vez más frecuentes rumores -incluído aquel en el que un jugador, supuestamente Fábregas, había señalado que prefería perder a ganar con Mourinho- estaban sentenciando al portugués. No había marcha atrás.

Mourinho, que había regresado al Chelsea por segunda vez en 2013, tenía firmado un contrato de cuatro años de 250.000 libras a la semana, o lo que es lo mismo, 13 millones de libras al año. Por segunda vez sale por la puerta de atrás del club al que puso en el mapa futbolístico mundial. El Chelsea prepara la llegada de Guus Hiddink en principio como entrenador interino. Veremos si termina siendo una solución o acaba de hipotecar el futuro del equipo y de Roman Abramovich.

Sobrevivir a la mediocridad


El cartel era el de un combate de altura, aunque los púgiles se encontrasen inmersos en una espiral de despropósitos difícil de entender. Un vigente campeón sumido en la depresión y jugueteando descaradamente con el descenso y un gigante del tamaño del Manchester United perdido en un caos táctico y una progresiva falta de fe en un entrenador al que han despedido ya varias veces en lo que va de mes. Con esas credenciales, el partido en Old Trafford pintaba a melodrama o, lo que es peor, a comedia, y al final resultó un quiero y no puedo de dos equipos repletos de talento envueltos en la más miserable mediocridad. 
MANCHESTER UNITED 0-0 CHELSEA 
Manchester United: De Gea; Young, Smalling,
Blind (Phil Jones, 81'), Darmian (Borthwick-Jackson,
70'); Schneiderlin, Schweinsteiger; Mata (Memphis, 77'),
Ander Herrera, Martial; Rooney.
Chelsea: Courtois; Ivanovic, Zouma, Terry,
Azpilicueta; Mikel, Matic; Willian (Ramires, 70'),
Oscar (Loftus-Cheek, 93'), Pedro; Hazard. 
Louis Van Gaal dejó caer tras el partido frente al Stoke que no era necesario que el Manchester United se lo cargara, que él mismo podía dimitir. Así las cosas, tras ser despedido por twitter -por obra y gracia de cuentas de dudoso gusto y calidad- y por periodistas de prestigiosos medios ingleses y de montar el Cristo en rueda de prensa, el entrañable Louis se presentó en Old Trafford como técnico de los Red Devils con un debe en su cuenta de siete partidos sin conocer la victoria: entre Champions y Premier League 3 empates y 4 derrotas, una racha negativa que no veían los aficionados del Manchester United desde la exitosa década de los noventa.  
A las afueras del Teatro de los Sueños se vendían bufandas del Manchester United con el rostro de Mourinho y el ambiente estaba caldeado en las gradas mientras el bueno del DJ intentaba levantar a las masas con el "Beast of Burden" de los Rolling Stones o el "Disorder" de Joy Division. Si al menos no las levantó hizo bueno el dicho de que la música amansa a las fieras.  
Cosas del fútbol, al Manchester United le dio por convertirse en el Barça después de haber sido un equipo de Regional Preferente contra el Stoke. Los de Van Gaal jugaron los mejores minutos en el primer tiempo en lo que va de temporada y entre Mata, Rooney y Martial volvieron loca a una débil defensa del Chelsea, incapaz de saber por donde les venían. Dos palos -uno de Mata y otro de Martial- hacían presagiar que los tres puntos iban a quedar en casa. 
El Chelsea fue un fiel reflejo de lo que viene siendo esta temporada. Sin Diego Costa y sin Fábregas, Hiddink armó un doble pivote con Mikel y Matic que fue superado en todo momento. Conforme avanzaban los minutos los Blues eran un amasijo de errores al borde de ser condenados con un gol en contra que nunca llegaría. Hazard sigue manteniendo una arranca y una zancada espectacular pero está a años luz del jugador que fue la pasada temporada. Apenas si aporta algo al juego colectivo. Tampoco ayudaron demasiado las excesivas conducciones de Willian, que terminaban quedando en nada y el único que gozó de una clara ocasión de gol fue John Terry. 
El partido pasó entonces a convertirse en un escaparate para dos porteros a los que no les hace falta demasiada publicidad. Primero David De Gea -salvando los muebles por enésima vez- y después Courtois. Todo pintaba para que el partido terminase con un aburrido empate a cero. Y así fue. El Manchester United lo intentó hasta el final, aprovechando la marcha atrás del Chelsea, agazapado en su área y apostando descaradamente por jugar a un contraataque que parece haber olvidado. Reparto de puntos que no le sirve a un Hiddink que aún no conoce la victoria y que, quizá, calme algo la tormenta en Manchester. 

Cortar por lo sano


Tuvo cerca el que podría haber sido su primer gol de la temporada. Lo cierto es que habría sido una despedida dejando sobre la mesa lo que mejor sabe hacer, marcar goles. Pero el partido del Crystal Palace frente al Swansea finalizó con un aburrido empate a cero y con el joven ya entrando en la segunda mitad sustituyendo a Marouane Chamakh. Patrick Bamford llegó al Chelsea en 2012 y alcanzó un merecido reconocimiento la pasada temporada cuando fue nombrado Jugador del Año en la Championship tras sus 17 goles en 39 apariciones con el Middlesbrough de Aitor Karanka. 
Uno de los riesgos que se corren con las cesiones a otros equipos es que, a veces, no salen como uno espera. Bamford estaba convencido de dar el salto a la Premier League y hacerse un hueco entre los grandes nombres de la temporada y el enfrentamiento entre los Eagles y el Swansea ha terminado siendo su último partido. 
Patrick Bamford: Este ha sido mi último partido con el Palace. Si tengo que ser sincero, ha sido horrible. Nadie quiere sentarse en el banquillo y no jugar, las cosas no han funcionado por alguna razón. No he empezado como titular un solo partido en la Premier League y eso no es lo que necesita un jugador joven como yo.
Bamford aterrizó en el Crystal Palace en julio de 2015 pero ha sido incapaz de encontrar un hueco en el once titular de Alan Pardew que ha optado por priorizar por Marouane Chamakh, Connor Wickham y Dwight Gayle por encima del joven delantero. Patrick no ha llegado a completar ni 180 minutos en lo que va de temporada y solo ha arrancado como titular en dos ocasiones con el Palace, ambas en la Capital One, algo que no le ha sentado bien ya que no se le han dado suficientes razones de peso que expliquen su nula regularidad en el organigrama del equipo. 
Aitor Karanka, entrenador del Middlesbrough: Todo el mundo tiene una buenísima relación con él dentro del club. Siempre he dicho que tiene abiertas las puertas del equipo. Tengo una excelente relación con Patrick y trataremos de tomar la mejor decisión para todos. 
Ahora, tras la decisión de finalizar su periodo de cesión en el Crystal Palace -que debería haberse extendido hasta final de temporada- la pelota está en el tejado del Middlesbrough, que puede que opte por hacer un movimiento inteligente en el mercado invernal para repescar a un jugador que funcionó a la perfección en el esquema de Karanka.

FICHA DEL JUGADOR 
Nombre
Patrick James Bamford.
Fecha y lugar de nacimiento
5, septiembre 1993, Grantham, Inglaterra.
Equipos
Nottingham Forest [2011/12]
Milton Keynes Dons [2012/13]
Derby County [2014]
Middlesbrough [2014/15]
Crystal Palace [julio-diciembre 2015]

Los guardianes de la portería


En la victoria del Arsenal contra el Bournemouth (2-0), Petr Cech batió el récord de porterías a cero que compartía con David James. Son 170 veces las que el portero ha evitado un gol en contra en 352 apariciones en la Premier League, un número que lo deja entre los más fiables de la competición. 
Cech llegó al Arsenal en el mercado de verano por 10 millones de libras después de 11 años en el Chelsea, donde ya alcanzó la marca de 162 ocasiones sin recibir un gol. Ya en los Gunners, el guardameta ha mantenido su puerta a cero en 8 ocasiones de 19 titularidades. Junto a Schwarzer (portero reserva del Leicester) y Tim Howard (Everton), Cech es el otro portero en activo del top 10 de clean sheets en la historia de la Premier League. 

Con 33 años, su marca llega después de 352 partidos (Chelsea y Arsenal), un número bastante potable si lo comparamos con el segundo de la lista, David James, que llegó a 169 veces con su portería a cero en 572 apariciones durante su paso por Liverpool, Aston Villa, West Ham, Manchester City y Portsmouth.

Petr Cech: Es un récord personal increíble y me sentí orgulloso una vez finalizado el partido. Si miras los nombres de la lista de clean sheets y ves a todos esos fantásticos porteros que jugaron y siguen jugando en esta liga, es un honor llegar al primer puesto.

TOP 10 DE CLEAN SHEETS EN LA PREMIER LEAGUE 

1. Petr Cech [170 en 352 partidos]
2. David James [169 en 572 partidos]
3. Mark Schwarzer [152 en 514 partidos]
4. David Seaman [142 en 344 partidos]
5. Nigel Martyn [138 en 372 partidos]
6. Pepe Reina [134 en 285 partidos]
7. Edwin van der Sar [134 en 314 partidos]
8. Brad Friedel [132 en 450 partidos]
9. Tim Howard [130 en 389 partidos]
10. Peter Schmeichel [129 en 310 partidos]